La próxima revolución en protección solar no es un filtro ni una nueva crema: es dar de «comer» a tus bacterias

La próxima revolución en protección solar no es un filtro ni una nueva crema: es dar de «comer» a tus bacterias

Cada vez que se va a la playa o se pasea bajo un sol intenso, la piel inicia una compleja cadena de reacciones en su superficie. Se puede pensar automáticamente en la vitamina D y en las quemaduras, pero a nivel microscópico se libra una ‘batalla’ fascinante donde las bacterias que recubren la piel tienen un papel protagonista. Y lo que hacen es sorprendente: literalmente, se «comen» uno de los efectos más negativos del sol, alterando la forma en que nuestro cuerpo responde a este.

El sol es una amenaza para el sistema inmune. Para entender esta historia, primero hay que saber que el sol no solo broncea. La radiación ultravioleta (UV) actúa como un potente ‘interruptor’ para el sistema inmunitario. Cuando los rayos UV incide en la piel, convierte una molécula muy abundante llamada ácido urocánico en su ‘gemela’, el ácido cis-urocánico.

Esta nueva molécula, el cis-UCA, tiene una misión muy clara: ser un potente inmunosupresor. Es como si desarmara a las ‘defensas’ que hay en la piel para que no reaccionen ante la presencia del sol. Como punto positivo, nos permite usar la fototerapia con luz UV para calmar enfermedades inflamatorias como la dermatitis. Pero también tiene un punto negativo, ya que al no tener las defensas ‘en alerta’ puede dificultar la eliminación de células dañadas por el sol que a largo plazo pueden evolucionar a un cáncer de piel.

Las bacterias vuelven a demostrar su importancia. Un estudio publicado por la revista Journal of Investigative Dermatology ha dado luz a por qué el efecto inmunosupresor del cis-UCA en un entorno real no siempre era tan potente como se esperaba en el laboratorio. La respuesta a este dilema estaba en los billones de microorganismos que habitan en la piel: el microbioma.

En una serie de experimentos con animales, los investigadores vieron que al exponer la piel a radiación UC, la población de ciertas bacterias (sobre todo la Staphylococcus epidermidis) se disparaba. Y no era casualidad. Esta bacteria cuenta con una enzima del tipo catalasa que funciona como una ‘trituradora’ perfecta para eliminar el cis-UCA.

En esencia, mientras el sol produce esta molécula inmunosupresora, las bacterias de nuestra piel la utilizan como fuente de alimento, limitando su cantidad y, por tanto, su efecto sobre nuestras defensas.

Lo demostraron eliminando las bacterias. Para darle más validez a la teoría presentada, los investigadores desinfectaron la piel de los ratones para eliminar su microbioma. Al exponerlos a la luz UV el efecto inmunosupresor se disparó. Sin bacterias que acaban con el cis-UCA, la molécula podía seguir ‘silenciando’ a las defensas de la piel y dando pie a tener una mayor probabilidad de padecer cáncer.

Pero cuando en la piel únicamente dejaban la bacteria Staphylococcus epidermidis las defensas no se veían deprimidas. Esto era una gran prueba de que la bacteria y su enzima eran responsables de regular el efecto del sol en la piel.

Una puerta a la crema solar del futuro. Estos descubrimientos no son solo para satisfacer la curiosidad científica, sino que abre la puerta a nuevas aplicaciones médicas y cosméticas. Para pacientes con psoriasis o dermatitis atópica, un simple paso como es desinfectar la piel antes de aplicar la terapia con luz UV puede potenciar enormemente su efectividad al suprimir las defensas de la piel.

Para el día a día, nos interesa lo contrario: limitar la inmunosupresión para mantener las defensas activas en la piel contra el daño que puede hacer la exposición prolongada al sol. Las cremas del futuro podrían no solo bloquear los rayos UV, sino también incluir ‘probióticos’ o ingredientes que alimenten a estas bacterias beneficiosas. Estaríamos de esta manera potenciando nuestras defensas naturales en lugar de depender únicamente productos químicos. Aunque de momento la crema solar sigue siendo imprescindible.

Las bacterias son uno más de nosotros. Aunque casi siempre las bacterias se suelen relacionar con una patología, la realidad es que hay alrededor de 100 billones de microorganismos en el cuerpo (diez veces más que células). Y la realidad es que hacen importantes funciones como en la microbiota humana, cuya alteración se ha visto relacionada con enfermedades graves como el Alzheimer o la depresión. Ahora vemos una nueva función beneficiosa de las bacterias que conviven con nosotros, y que son más aliadas que enemigas.

Es por ello que la investigación está apuntando a que un chocolate más sano se debe centrar en los probióticos o que una de las dietas más famosas como es el ayuno intermitente tiene efectos positivos en nuestra salud, pero también negativos. Esto hace que su investigación ahora mismo esté en la prioridad de numerosos grupos y de disciplinas muy diversas.

Imágenes | CDC Morgan Alley

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La próxima revolución en protección solar no es un filtro ni una nueva crema: es dar de «comer» a tus bacterias

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José A. Lizana

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